- Los cambios físicos.
- Los cambios cognoscitivos.
- Los cambios psicológicos.
Son estos últimos los responsables de la concepción mental que el joven tiene de si mismo, el periodo de la adolescencia origina un cambio dramático hacia la introspección.
La aceptación de sí mismo irreflexiva de la niñez se desvanece y lo que antes eran verdades propias no cuestionadas se vuelven ahora hipótesis propias problemáticas y se inicia la búsqueda de la verdad acerca de la identidad.
En el adolescente promedio surgen nuevas inquietudes acerca de su aspecto y de su imagen, en su mayoría los jóvenes desarrollan una concepción mas egocentrista de su persona, creyendo que es siempre el centro de atención y que las demás personas que lo rodean están siempre atentas a las acciones que este hace.
Erikson: En su concepción del desarrollo de la identidad durante la adolescencia establece 8 etapas que suponen su evolución del YO, las cuales solo la 5° y 6° abordan las principales preocupaciones que aquejan al adolescente .
El paso de un estadio a otro sucede cuando el individuo supera una crisis o dialéctica entre distintos polos.
Etapa
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Descripción
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5. Identidad contra confusión de roles
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Relaciones con los compañerosEl adolescente tiene que adquirir identidad en su ocupación, roles de género, política y religión.
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6. Intimidad contra aislamiento
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Relaciones amorosas El joven adulto debe establecer relaciones íntimas o sufrirá sentimientos de aislamiento.
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Adolescencia y familia
La familia es sin duda uno de los elementos mas influyentes en el desarrollo del niño, la visión que él desarrolle sobre su imagen y la valoración que surja de esta visión, es una respuesta proporcional a la valoración que reciba de sus familiares en especial de sus padres, sin embargo en la adolescencia esto es un tanto diferente, son tantos y tan rápidos los cambios a los que se ven sujetos, que es difícil para el joven adaptar su nueva imagen a la concepción que el tenia de si mismo.
Según algunos estudios (Statistics Canadá, 1.999), la relación padres e hijos va cambiando según la edad. Así los niños en edad preescolar (2 a 4 años) mantienen un porcentaje de interacción positiva y calidad con los hijos de alrededor un 80%. Este porcentaje se reduce al 50% en las edades comprendidas entre 5 y 8 años para pasar a sólo el 20% en el grupo de 9 a 11 años.
En la adolescencia este valor disminuye drásticamente y podríamos situarlo en nuestro país actualmente en valores inferiores al 10% en población general aunque no disponemos de estudios serios al respecto.
Padres VS Hijos.
Como se menciona en líneas anteriores la relación entre padres e hijos adolescentes se ve seriamente disminuida, cabe mencionar que el fenómeno de rebelión moderada o desobediencia es hasta cierto punto normal y no es exclusivo de los núcleos familiares, las conductas desordenadas y en ocasiones rebeldes se pueden manifestar también en la escuela, en la calle o frente a cualquier persona que represente una autoridad, aunado a la problemática que ya representa el cambio hormonal que el cuerpo padece durante esta edad, hay que sumarle la pesada carga emocional que los jóvenes llevan a cuestas al ser comparados con estereotipos, que los hacen sentir anormales o diferentes a los modelos de individuo que en los medios de comunicación y en la sociedad parecen ser los aceptados como buenos.
En ocasiones son estas comparaciones las causales de inquietudes, el joven en desarrollo puede ser victima de dos fenómenos que distorsionan su imagen, los fenómenos son:
Desviación madurativa: los adolescentes que van a un ritmo diferente al de sus compañeros experimentan más estrés asociado a esos cambios que los que van a tiempo.
El desarrollo temprano: implica una difícil adaptación en las chicas. Se verán más presionadas para adoptar normas y comportamientos adultos, incluidas las relaciones sexuales, ser maduras emocionalmente, precoces en el desarrollo cognitivo y en resolución de tareas.
Si el chico o chica púber nota en su cuerpo una serie de cambios que va a dispar a los de jóvenes de edad similar, desarrolla en su concepción una imagen negativa y de rechazo a estos nuevos cambios, la psicología adolescente basada mayoritariamente en la aceptación propia y ajena de la imagen, ocasiona que los jóvenes bajen su autoestima y que se sientan inferiores a los demás, conduciéndolos a una depresión y aislamiento o viceversa a una exagerada necesidad de afecto y conductas de riesgo.
Cortometraje: Identidad.
Cuando no se logra salir con éxito de este proceso del desarrollo de la identidad, pueden originarse varios riesgos psicológicos potenciales, entre ellos: un concepto de sí mismo distorsionado o irreal, la incapacidad de integrar la personalidad a muchos papeles, conflictos ante aparentes contradicciones de la personalidad, manifestaciones inadaptativas o perturbadoras de identidades falsas y definiciones de la identidad que responden, sobre todo, a los criterios y deseos de los demás.
Es justo en medio de la búsqueda de una identidad que surge una preocupación nueva y que es de suma importancia para sentirse desarrollado “La autonomía”.
La autonomía es una cuestión psicosocial que sale una y otra vez a la superficie durante todo el ciclo vital.
Los psicólogos, en general, diferencian tres tipos de autonomía en la adolescencia: la autonomía emocional, que se refiere a la independencia emocional en las relaciones con los demás, en especial con los padres; la autonomía conductual, que se refiere al desarrollo de capacidades de toma de decisiones independiente; y la autonomía de valores, que trata del desarrollo de creencias independientes.
A diferencia de lo que se cree, la autonomía emocional no es sinónimo del distanciamiento familiar entre padres e hijos, sin duda la relación a partir de esta edad se modificara drásticamente, pero se pretende que el joven alcance y logre por propio esfuerzo tareas que antes eran realizadas por sus padres.
Hoy, los psicólogos saben que la autonomía emocional se desarrolla mejor en condiciones que favorecen tanto la individuación como la intimidad emocional.
La individuación como se expone líneas arriba es pieza clave en el desarrollo de una autonomía completa, esta individuación implica una desvinculación afectiva con los padres, que no significa separarse de ellos, si no de eliminar las viejas concepciones que el niño tiene de sus padres y crear unas nuevas concepciones mas maduras, el joven logrará la sensación de tener sus propias ideas sin depender de los padres, ahora el muchacho analiza mas críticamente las ideas de los padres y las acepta o las rechaza conforme el crea que es adecuado hacerlo.
El progreso en la capacidad de reflexión y análisis permite al adolescente tomar decisiones mas consientes de lo bueno y lo malo, en otras palabras, el pensamiento del púber evoluciona hacia nuevas formas de pensamiento que le permitan encontrar una comprensión más amplia e integradora de los acontecimientos.
Lamentablemente, pese a los desarrollos o progresos intelectuales que el joven consigue, se le sigue tachando como un ser sujeto a la impulsividad, falta de experiencia o con poco criterio para tomar desiciones.
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