Aun en nuestras sociedades, la adolescencia es a menudo calmada. En sus estudios de muchachos adolescentes del Medio Oeste, Offer(1969) encontró poca agitación o caos. Hallo un alto nivel de riñas relacionadas con aspectos relativamente poco importante entre jóvenes de 12 a 14 anos y sus progenitores. En un reciente estudio de seguimiento de estos mismos muchachos, realizado ocho anos después, Offery Offer(1974) vieron la posibilidad de distribuir a la mayor parte de ellos en grupos. Casi uno de cada cuatro hacia parte del grupo de crecimiento continuo, tales jóvenes eran felices, tenían un auto-imagen realista y revelaban pocas señales de crisis o agitación. Mas de un tercio se adecuaba al grupo de crecimiento agitado, de jóvenes razonablemente bien ajustados que tenían alguna dificultad para enfrentar traumas inesperados y con frecuencia regresaban a comportamientos mas inmaduros o se disgustaban en tiempos difíciles. Menos de un adolescente entre cinco, sin embargo, se adecuaba al cuadro clásico del crecimiento tumultuoso.
Como resultado, tenemos una desproporcionada cantidad de información sobre las clases mas altas y mas bajas, pero muy poco acerca de los jóvenes de clase media baja. Los investigadores también han estudiado los problemas de personas emocionalmente alteradas, ateas o excéntricamente religiosas, así como políticamente alineadas. Sobre los estudiantes universitarios sabemos mas sobre aquellos que estudian letras y ciencias sociales, pero muy poco acerca de los dedicados, al estudio de otras ciencias, la tecnología y los negocios. Nuestro conocimiento del desarrollo adolescente es en gran parte un conocimiento del desarrollo de adolescentes masculinos, prácticamente sin ninguna relacion con la manera en que las niñas se convierten en mujeres adultas. Como resultado de tales brechas, en forma sorprendente podemos decir que sabemos poco acerca de los jóvenes normales. Aun mas; de lo que sabemos por estos estudios que se han centrado en jóvenes “comunes”, Adelson (1979).
Erikson considera que el primer riesgo de este estadio es la confusión de identidad. Dice que puede expresarse en una persona joven que toma mucho tiempo para llegar a la adultez y ofrece a Hamlet como un “ejemplo glorificado” de ello. Los adolescentes también pueden expresar su confusión actuando impulsivamente, comprometiéndose en cursos de acción pobremente pensados o regresando a comportamientos pueriles para evitar resolver conflictos. Considera las pandillas exclusivistas de la adolescencia y su intolerancia a las diferencias como defensas contra la confusión de identidad. También considera el enamorarse como un intento para definir la identidad. Llegando a intimar con otra persona y compartiendo pensamientos y sentimientos, el adolescente da a conocer su propia identidad, ve su reflejo en la persona amada y es capaz de clarificar su yo.
Durante la “moratoria psicosocial” que proporcionan la adolescencia y la juventud, los esfuerzos de muchas personas jóvenes se centran en la búsqueda de compromisos a los cuales pueden ser leales. Dichos compromisos son tanto ideológicos como personales, y se extienden a todo aquello que las personas jóvenes pueden considerar válido con el fin de determinar su habilidad para resolver la crisis de este estadio.
Desarrollo Humano: Freud, Erikson y Piaget.
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