“La
pubertad te va cambiando el cuerpo, la adolescencia, el alma.
Y tú
sobrecogido te preguntas quién fuiste, quién eres,
y en
quién te vas a convertir”
by: Antonio
Gala
El
desarrollo humano se entiende como una sucesión evolutiva de “momentos” por
donde el individuo va transitando, inmerso en un proceso histórico dinámico y a
menudo contradictorio.
Todo
desarrollo humano se realiza en la interdependencia de dos procesos, uno de maduración
y otro de mutación o cambio. El primero lleva al segundo y el paso entre ambos
corresponde a lo que comúnmente se denomina “crisis”.
Una
de estas etapas es la adolescencia. Se caracteriza fundamentalmente por ser un
período de transición entre la pubertad y el estadio adulto del desarrollo.
Adolescencia
viene de la palabra latina “adolescere”, que nos remite al verbo adolecer y que
en lengua castellana tiene dos significados: tener cierta imperfección o
defecto y crecer.
La
adolescencia se contempla ya en los tratados más antiguos. Siempre se ha
considerado una época de los individuos a medio camino entre la infancia y la
edad adulta, por ello muchas tribus y pueblos establecieron claramente una
serie de ritos de iniciación para marcar y favorecer el paso entre una y otra.
En
nuestra cultura debemos considerarla simplemente como una fase de notables
cambios en cuanto al cuerpo, a los sentimientos y sensaciones o como una etapa
original y capital de la metamorfosis de niño a adulto.
La
OMS la delimita cronológicamente entre los 10 y 19 años, aunque actualmente
diferencia tres períodos, que la extienden hasta los 24 años:
v Pre-adolescencia
o temprana de 10 a 14 años, correspondiente a la pubertad.
v Adolescencia
media o propiamente dicha, de 14 a 18 años.
v Adolescencia
tardía de 19 a 24 años.
Cada
una de las etapas delimitadas por la OMS tiene sus propias características
fisiológicas y psico-sociales, aunque no se deben interpretar como
compartimentos estancos.
La
forma en que se irá desarrollando dependerá en gran manera de las estructuras psicológicas
y sobre todo de las vivencias individuales de la infancia y en relación al
entorno más cercano.
Particularidades en las distintas etapas
de la adolescencia
Antes
de particularizar los acontecimientos en la cronología de la adolescencia,
sería importante recordar las principales tareas que el/la adolescente tendrá
que llevar a cabo durante los años de tránsito hasta la edad adulta, admirablemente
sintetizadas por el Dr. Pere Folch Mateu en su artículo “Conflicto adolescente
y relación pedagógica”.
1.
La asunción de una nueva identidad corporal después del impacto ocasionado por
un cuerpo vivenciado como literalmente extraño.
2.
Un trabajo de luto o despedida del cuerpo y de la identidad infantil perdida.
3.
Renuncia y luto de los antiguos objetos eróticos (padres y otros miembros del
grupo familiar).
4.
Dar curso a la emergencia de las nuevas posibilidades de vida relacional.
Manual de salud reproductiva en la adolescencia
La adolescencia: dificultades y
prevención
Las
situaciones difíciles por las que puede atravesar el adolescente y su familia
pueden ser muchas y diversas.
Son
frecuentes las variaciones del estado de
ánimo en el adolescente. Hasta un 15% de adolescentes entre 10 y 19 años
necesitarán algún tipo de intervención terapéutica debido a problemas
psíquicos. El adolescente, por las características de su propia maduración,
presenta, a menudo, síntomas depresivos o ansiosos que nada tienen que ver con
la patología psiquiátrica.
La rebeldía (conducta disruptiva en el
medio familiar, con agresividad, desorden y problemas de conducta) nos brinda
la oportunidad de investigar la dinámica familiar y el concepto que los padres tienen
sobre el uso de la autoridad en la adolescencia.
Necesidad
de explorar el mundo que le rodea lo que va a exponer al adolescente a riesgos
que, a juicio de los adultos, son innecesarios. Son las conductas de riesgo que
elevan las tasas de morbilidad y mortalidad en la edad adolescente. Destacamos
la elevada incidencia de accidentes con
vehículos motorizados.
Un
tema importante es el de la experimentación
y consumo de substancias tóxicas. Habrá que ser cautos y diferenciar el uso
ocasional o experimental de una sustancia de su consumo habitual o sostenido.
En la primera situación será muy importante el apoyo que ofrecemos al adolescente
y a sus padres, evitando moralizar. En los casos de consumo habitual habrá que
contar con la colaboración de personal especializado.
Los problemas escolares representan otro motivo
importante de preocupación por parte de los padres y profesores. El diagnóstico
diferencial deberá incluir los problemas adaptativos del adolescente, la inhibición
académica por falta de motivación, el trastorno por déficit de atención, o las
dificultades específicas de aprendizaje.
El
estrés (que es una expresión de la inadecuación de la capacidad del adolescente
con la demanda externa que recibe) supone otro motivo importante de consulta
que, a menudo, se expresa con sintomatología
psicosomática.
Finalmente,
hay que considerar las consultas entorno a la
actividad sexual, en un momento en que el adolescente puede ser víctima de
un aplazamiento de la entrada en el mundo adulto y los mensajes externos que
propician el contacto sexual. A menudo nos podemos encontrar con conductas sexuales tempranas, marcadas
por la impulsividad y sin la debida protección. Aumenta el riesgo de embarazos
no deseados y de enfermedades de transmisión sexual.
Otra
dificultad, no menos importante, se puede derivar de las dificultades en la orientación de la identidad sexual. Los
estudios más recientes sitúan en un 4,5% la prevalencia de atracción homosexual
entre adolescentes, con un 10,7% de sensación de inseguridad ante dicha
orientación.
Prevenir, mejor que curar
La
promoción de la salud integral del adolescente
se basa en fortalecer los factores de protección y prevenir los de riesgo. Los
factores de protección son los recursos personales o sociales que atenúan o neutralizan
el impacto del riesgo, sin anular la riqueza de experimentación personal que
supone el crecimiento del adolescente entre los riesgos.
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