Mientras que, en general la tasa de natalidad (menos nacimientos por mujer) declina en diversas sociedades, parece haber un grupo en el cual está aumentado: el de las jóvenes, entre los 13 y los 19 años solteras.
Por ejemplo, durante la última década se incrementaron los nacimientos en Estados Unidos, fuera del matrimonio, en 75% entre adolescentes más jóvenes y en 33% entre las de 18 a 19 años. Una de cada diez chicas está embarazada hacia los 17 años; una de cada cuatro, hacia los 19, y ocho de cada diez no están casadas en el momento de la concepción. La proporción de jóvenes blancas que conciben hijos se ha incrementado en los años recientes como resultado directo del aumento de la actividad sexual.
Por ejemplo, durante la última década se incrementaron los nacimientos en Estados Unidos, fuera del matrimonio, en 75% entre adolescentes más jóvenes y en 33% entre las de 18 a 19 años. Una de cada diez chicas está embarazada hacia los 17 años; una de cada cuatro, hacia los 19, y ocho de cada diez no están casadas en el momento de la concepción. La proporción de jóvenes blancas que conciben hijos se ha incrementado en los años recientes como resultado directo del aumento de la actividad sexual.
Aproximadamente una de cada cuatro jóvenes sexualmente activas ha estado embarazada por lo menos una vez hacia los 17 años y una de cada tres hacia los 19. Aunque uno de cada tres embarazos termina en aborto, esto todavía permite que haya un número sorprendentemente alto de bebés nacidos de jóvenes solteras. En 1977, por ejemplo, nacieron cerca de 600 000 niños de madres menores de 20 años.
Aunque en Estados Unidos un tercio de los abortos se practica a adolescentes, más de la mitad de jóvenes embarazadas continúa con su embarazo hasta que nace el bebé. Las madres adolescentes dan a luz a una quinta parte de los niños estadounidenses, y la mitad de todos los nacimientos ilegítimos.
Sexualidad Resposable. Todo a su Tiempo.
LA CONSECUENCIA DE LA MATERNIDAD ADOLESCENTE
Nueve de cada diez jóvenes embarazadas de los niveles socio-económicos más bajos, conservan sus bebés. Algunas veces los crían ellas mismas, bien sea que se casen o no con el padre de la criatura o
se los dan a sus madres. Las jóvenes de clase media o alta, por lo general, tienen un aborto, entregan al
bebé en adopción o contraen matrimonio. De la mitad a tres cuartas partes de los matrimonios adolescentes se hacen “con escopeta” y cerca de la mitad termina en divorcio. Los matrimonios entre jóvenes tienen de dos a cuatro veces más probabilidades de disolverse que los efectuados entre personas mayores.
Las consecuencias de este incremento de la maternidad adolescente son enormes para las jóvenes madres, para sus bebés y para la sociedad en general. Incluso las mismas mas jóvenes están más propensas a tener diversas complicaciones durante el embarazo, incluyendo anemia, trabajo de parto prolongado y toxemia. Las madres jóvenes tienen el doble de probabilidades de dar a luz a bebés de bajo peso y bebés prematuros, así como de
dos a tres veces más probabilidades de tener bebés que mueren durante el primer año y 2.4 veces más probabilidades de tener hijos con defectos neurológicos.
Investigaciones recientes parecen indicar que una razón fundamental para los problemas de salud de las madres adolescentes y de sus niños es social y no médica. En dos estudios a gran escala hechos en hospitales universitarios, uno estadounidense y uno danés, los embarazos de adolescentes fueron mejores que los de cualquier otro grupo de edad, lo que llega a sus autores a la conclusión de que “si las adolescentes embarazadas pueden tener desde el comienzo y en forma regular atención médica de alta calidad, lo más probable es que los embarazos y los partos en este grupo de edad no impliquen riesgo médico alguno mayor al de aquellas mujeres que están en el tercer decenio de su vida.
Aún con el mejor de los cuidados y el mejor de los resultados físicos, sin embargo, la suerte de los padres adolescentes y sus hijos con frecuencia no es la más feliz. El estudio danés antes citado comprobó que las madres adolescentes en el grupo estudiado tenían más problemas para criar a sus hijos, y que hacia el año de edad, sus niños mostraban deterioro, en tanto que los bebés de madres mayores estaban mejorando.
¿Por qué quedan embarazadas las adolescentes?
En una época en que se ha mejorado el control natal, ¿por qué muchas chicas quedan embarazadas? Pocas jóvenes sexualmente activas expresan abiertamente el deseo de tener un hijo fuera del matrimonio pero algunos teóricos creen que muchas jóvenes quedan embarazadas para satisfacer necesidades psicológicas subyacentes. Una de ellas, por ejemplo, pretende expresar a través de su comportamiento fantasías edípicas en las cuales ella sustituye a su padre con su novio; trata de probar su madurez ante sus progenitores; trata de colocarse en una posición igual a la de su madre; considera al bebé como la persona que puede darle amor incondicional que le falta en su vida; tiene el bebé para superar la envidia del pene o muestra algún otro problema de personalidad. Muchos otros observadores consideran que las adolescentes embarazadas no difieren psicológicamente de las jóvenes no embarazadas y sexualmente activas.
Hallazgos recientes revelan que las jóvenes están en riesgo de embarazo particularmente durante los pocos meses iniciales en que comienzan a tener relaciones sexuales, dándose la mitad de los primeros embarazos pre-maritales adolescentes en los seis meses iniciales y uno de cada cinco durante el primer mes después de comenzar a tener relaciones sexuales. Aunque la actividad sexual comienza cada vez más en edades tempranas, las personas jóvenes rara vez buscan ayuda anticonceptiva hasta que han sido sexualmente activas durante un año o más. Cuanto más joven es la chica comienza a tener actividad sexual, más se demora en buscar ayuda en la anticoncepción.
El embarazo entre las jóvenes generalmente es el resultado de no usar anticonceptivos. En un estudio se les preguntó a aproximadamente 1000 jóvenes sexualmente activas acerca de sus prácticas anticonceptivas y cuatro de cada cinco afirmaron que tenían relaciones sexuales sin usar medio alguno de control natal. Entre éstas, siete de cada diez dijeron que no usaban anticonceptivos porque pensaban que no quedarían embarazadas. Algunas ignoraban lo relacionado con la reproducción, pensando que no concebirían porque eran demasiado jóvenes; porque su actividad sexual no era frecuente o porque estaban en el ciclo del mes en que esto no podía pasar.
La segunda razón más importante para no usar anticonceptivos, de acuerdo con el estudio antes mencionado, es la no disponibilidad de los mismos para las adolescentes. Aproximadamente tres de cada diez chicas dijeron que no sabían donde conseguirlos, pensaban que eran muy costosos, no tenían uno disponible en el momento de la relación o no sabían de ellos.
Algunas jóvenes ignoraban cuáles serían los métodos más efectivos, tales como el diafragma o el dispositivo intrauterino; algunas temían que sus padres se los encontraran. Unas cuantas se resistían a alterar la espontaneidad del acto sexual, presentándose demasiado bien preparadas antes de tiempo. Otras consideraban que la anti-concepción es demasiado problemática u olvidaban tomar las precauciones adecuadas. Otras más consideraban que eso era responsabilidad de sus compañeros. Como en Estados Unidos, donde el aborto está ilegalizado y es fácil de provocar, algunas consideraban que podrían recurrir a éste después.
La frase “no soy esa clase de chica” resume una razón fundamental por la cual muchas jóvenes no emplean el control natal. Estas otras chicas consideraban que la relación sexual era algo malo y que no deberían tenerla. En tal caso se negaban a sí mismas el hecho de ser sexualmente activas o se mantenían haciendo propósitos relacionados con que “esta noche va a ser diferente”. Evitaban aparecer, aun ante ellas mismas como planeado “llegar hasta el final”. Salvaban su auto-dignidad considerando que habían sido arrastradas por el amor, sin poder hacer nada por sí mismas. La sexualidad no premeditada es aceptable, mientras que si se planea cuidadosamente es algo que sólo hacen las chicas “malas”.
En años recientes se ha experimentado un notable incremento en la calidad y la consistencia de la anticoncepción adolescente. Se encontró que el porcentaje de adolescentes sexualmente activas que empleaban los métodos más efectivos de control natal, la píldora y el dispositivo intrauterino, se duplicó realmente entre 1971 y 1976, posiblemente debido a que las jóvenes habían tenido a su alcance los servicios de consultoría de planificación familiar. A pesar de este incremento, el conocimiento de las jóvenes de los riesgos de embarazo aún seguía siendo precario; raramente usaban métodos de control natal cuando comenzaban a tener relaciones sexuales y muchas esperaban hasta después del embarazo no planificado.
Puesto que para las chicas el método más común de control natal es hoy la píldora, automáticamente muchos jóvenes suponen que sus compañeras han tomado precauciones. Más del 60% de los muchachos que habían tenido relaciones sexuales durante el mes anterior nunca usaron un preservativo, aunque era el anticonceptivo masculino más común. Algunos jóvenes temían que si discutían la posibilidad de embarazo, sus compañeras cambiarían de opinión respecto al hecho de desear la relación sexual.
Los padres no casados no parecen tener grandes motivaciones psicológicas para engendrar hijos. Comparados con otros jóvenes, los padres adolescentes son muy similares en personalidad y funcionamiento intelectual.
NECESIDADES DE LAS MADRES ADOLESCENTES
Las chicas embarazadas tienen necesidades especiales. Cualquier mujer embarazada necesita estar segura de su capacidad para dar a luz y cuidar del hijo, así como para continuar siendo atractiva. Necesita comunicar sus ansiedades y recibir acogida y confianza. La joven soltera es especialmente vulnerable.
Se da cuenta de que emocional e intelectualmente está lejos de la madurez que creía tener. Y cualquier cosa que decida respecto al bebé, implica para ella sentimientos conflictivos. En el momento en que necesita más apoyo emocional, por lo general es cuando menos lo recibe. Su compañero puede estar asustado por la responsabilidad y huir de ella. Su familia puede estar disgustada con ella. Ella puede estar alejada de sus amistades por no poder ir a estudiar con ellas. Su aislamiento emocional en un momento de gran tensión puede desorganizar la búsqueda adolescente de identidad. Para aliviar estos problemas, la chica debería poder analizar sus problemas con un consejero interesado en ayudarla, acogedor y experto.
Aunque el mayor efecto de un embarazo ilegítimo lo siente la madre, la vida del padre adolescente también se ve afectada con frecuencia. Un muchacho que se siente emocionalmente comprometido con la chica a quien ha dejado embarazada, también tiene decisiones que tomar. Con algún sacrificio económico, el puede pagar un aborto. O puede tomar una decisión más duradera, de casarse con la chica, pasos que afectara sus planes educativos y de carrera. El padre adolescente también necesita a alguien con quien hablar, para que le ayude a manejar sus propios sentimientos y a tomar la mejor decisión respecto a sí mismo, a su compañera y a la nueva vida que ellos han concebido.
DESERCIÓN ESCOLAR
Los estudiantes que se retiran de la institución educativa antes de obtener su grado, por lo común tienen graves problemas vocacionales y sociales. En nuestra sociedad, cada vez más tecnificada, disminuyen diariamente los empleos para trabajadores no calificados. Muchos patrones no reciben a nadie que no tenga por lo menos un título de bachiller. Actualmente, hay menos adolescentes que se retiran de estudiar. Por ejemplo, en Estados Unidos, entre 1970 y 1977 la deserción escolar secundaria había declinado del 17% de la población de 14 años y más, al 13.6%. Sin embargo, en la población negra el total seguía siendo 20.4%.
La necesidad de seguir estudiando es alta, por varias razones, las cuales tienen que ver con el incremento de la tecnología en nuestra sociedad y con el estado actual de la economía. Cuando la tecnología es importante, aun los trabajo de bajo nivel requieren cada vez más un grado mayor de educación básica.
Cuando el desempleo es alto, se insta a los jóvenes para que continúen estudiando, de modo que puedan estar al margen del mercado laboral un poco más de tiempo. La combinación de tales presiones sirve para mantener a más personas jóvenes en las instituciones educativas, durante mayor tiempo. En 1960 hubo un millón de deserciones escolares, en comparación con 800 000 que hubo en 1971. Pero 800 000 jóvenes con un mínimo de educación y entrenamiento y con posibilidades mínimas de empleos son una cifra muy alta.
Cuando el desempleo es alto, se insta a los jóvenes para que continúen estudiando, de modo que puedan estar al margen del mercado laboral un poco más de tiempo. La combinación de tales presiones sirve para mantener a más personas jóvenes en las instituciones educativas, durante mayor tiempo. En 1960 hubo un millón de deserciones escolares, en comparación con 800 000 que hubo en 1971. Pero 800 000 jóvenes con un mínimo de educación y entrenamiento y con posibilidades mínimas de empleos son una cifra muy alta.
Los estudiantes negros pobres tienen mayores probabilidades de dejar de estudiar, pese a que cuatro de cada cinco deserciones se dan entre blancos y que la necesidad financiera no es la principal razón para dejar de estudiar. Las chicas dejan el estudio con tanta frecuencia como los
muchachos; no es raro que la deserción tenga que ver con retraso, con bajas puntuaciones en las pruebas de inteligencia y con problemas de lectura. Pero la mayor parte de quienes se retiran tienen, por lo menos, inteligencia normal y algunos tienen CI de 110 o más.
Cuando menos la mitad y quizá las tres cuartas partes de estos estudiantes tienen la capacidad para graduarse de bachilleres.
Se encontraron diferencias en personalidades y actividad escolar. Tanto los hombres como las mujeres que se graduaron se consideraron a sí mismos como más pulcros, maduros, más sociables y más autoconfiados que los desertores. Los muchachos desertores, con mayor frecuencia, se consideraron así mismo como lideres, pero también mas impulsivos. Tenían un sentido de autoestima mas bajo. Los chicos desertores tenían mas compromisos sentimentales con chicas y más problemas estudiando. Con mayor probabilidad las chicas desertoras provenían de familias más pobres, en comparación con las graduadas, pero no se dio tal diferencia en el caso de los muchachos. Las necesidades económicas no eran, entonces, las que llevaban a que los jóvenes se retiraran de la escuela.
Este tampoco parecía ser el factor determinante en el caso de las jóvenes, aun en el caso de que se casaran y trasladar a vivir lejos del hogar, en vez de contribuir al ingreso familiar.
Resulta casi imposible determinar las razones precisas de la deserción. Tres cuartas partes de las chicas decían que se retiraban para casarse. Pero, ¿deseaban casarse por que no les estaba yendo bien en sus estudios, porque habían quedado embarazadas, o por que querían salirse del hogar? Los chicos tenían diversas razones para retirarse: se les requería en el hogar, no les gustaba las escuela, estaban fallando en los estudios, se iban a casar o sé sentían demasiado grandes para estar estudiando; estas explicaciones, sin embargo, dicen muy poco acerca de las razones subyacentes. Independientemente de cuales hubiesen sido las razones, mas de la mitad deploro haber dejado la escuela.
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