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jueves, 9 de enero de 2014

Delincuencia Juvenil


descarga_9_.jpg     Hay dos clases de delincuencia juvenil. Un tipo de delincuente es el ofensor legal. Se trata de una persona joven que ha sido holgazana; se ha escapado del hogar; ha sido activa sexualmente, no acata las normas de los padres, o hace alguna otra cosa que ordinariamente no se considera criminal, excepto cuando lo comete un menor.
     Existe además la persona que ha hecho algo considerado como un crimen, sin importar quién lo cometa, como robo, violación, asesinato. Si la persona es considerada menor de edad (por ejemplo menor de 16 o 18 años dependiendo del país), se le trata en forma distinta a un criminal adulto. Los procedimientos del juzgado generalmente son secretos, el transgresor seguramente es sentenciado por un juez y no por un tribunal, y por lo común el castigo es menos severo.
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     Muchas personas consideran que la gran cantidad de crímenes juveniles se debe a que el trato da la ley y a los transgresores jóvenes es diferente del que da a los adultos. La controversia relacionada tonel manejo de la delincuencia juvenil está, entonces, entre dos fuerzas: quienes creen que las sentencias deberían ser proporcionales a las necesidades propias de la juventud, haciendo hincapié en las soluciones sociales tales como libertad condicional y orientación terapéutica; de otra parte, quienes consideran que las sentencias deberían basarse en la gravedad del crimen, más que en la edad y en las necesidades específicas de la persona joven que lo comete. Parece que el último punto de vista está ganando terreno y probablemente hará surgir muchos cambios en la forma de tratar a los delincuentes jóvenes.
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     Los estudios con adultos han revelado que muchos jóvenes cometen faltas, oficialmente clasificables como delincuencia, pero pocos reciben algún tipo de tratamiento policial, como para que se les considere criminales jóvenes. Probablemente los jóvenes de estratos social y económicamente marginados cometan más crímenes que los de clase media, y tienen mucho más probabilidades de tener registros policiacos relacionados con faltas menores. Puesto que parte considerable del comportamiento delictivo que se da entre adolescentes de clase media y alta nunca llama la atención de las autoridades, es imposible estimar su frecuencia actual.
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     Actualmente las jóvenes se parecen más a los jóvenes en aspectos de delincuencia. El principal incremento en la criminalidad de chicas menores de 18 años se dio en las siguientes categorías: robo, falsificación, impostura, fraude, soborno, encubrimiento de artículos robados y posesión de propiedades robadas; desfalco; prostitución y comercialización inmoral; daños contra la familia y los niños, y conducir bajo los efectos del alcohol. Para los chicos menores de 18 años se dio el mayor incremento en desfalco; prostitución y comercialización inmoral; abuso de drogas; daños contra la familia y los niños, y conducir bajo los efectos del alcohol.
     El delincuente juvenil típico es un muchacho de 15 años, que vive con uno de sus progenitores y varios hermanos y hermanas. La familia vive en un apartamento superpoblado, en un vecindario deteriorado, de una gran ciudad. Durante años el chico ha tenido mal rendimiento escolar, bajas notas, ausencias, y ahora está a pocos pasos de la deserción escolar. El vecindario juega un papel muy importante en la delincuencia, puesto que un chico de familia pobre que vive en un área de clase alta, tiene menor probabilidad de llegar a ser delincuente que uno rodeado por otras familias también pobres.
     En unos estudios realizados sobre la familia del delincuente se encontró que es la que tiene uno de los progenitores severo, rechazante o indiferente y rara vez afectuoso; que descuida o golpea a sus hijos, inconsistente en su disciplina y que excepcionalmente ejerce la orientación de sus hijos de manera consecuente y firme; el mismo progenitor es infeliz, inseguro, incapaz de enfrentar la vida y de ofrecer a sus hijos cualidades dignas de admirar y de imitar. Tales progenitores, por lo común están separados o tienen un matrimonio infeliz y generalmente se sienten tan agobiados con sus propios problemas emocionales y sociales, que tienen poco tiempo y poca energía o sensibilidad para sus hijos.
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     Obviamente, no todos los chicos de vecindarios marginados y de familias poco felices están predestinados a una vida de crimen.
     Después de un estudio que se realizó a 55 delincuentes que habían sido pacientes de un Instituto Psiquiátrico centrado en los perfiles psicológicos se concluyó que la delincuencia no es un fenómeno de clase, sino el resultado de una perturbación emocional, que afecta a las personas de todos los niveles sociales. Los delincuentes de clases acomodadas van a consultar a los psiquiatras, mientras que los de las familias pobres son detenidos por la policía.
     Estos psiquiatras identifican cuatro tipos de delincuentes jóvenes: el delincuente impulsivo, que actúa sin pensar y no tiene control; el delincuente narcisista, que se centra sólo en sí mismo, considera que a él se le ha hecho daño y ve solamente la manera de mantener su autoestima, vengándose de las personas que le hicieron daño; el delincuente emocionalmente vacío, es pasivo, insensible y solitario; y el delincuente depresivo, quien por medio de sus actos trata de aliviar el dolor de su conflicto interno.
     Otra investigación reciente se refirió a las causas físicas de la delincuencia. Se dividieron 97 muchachos de una escuela correccional en dos grupos: transgresores violentos, quienes habían perpetrado asaltos, violación y asesinato; y transgresores menos violentos o no violentos, quienes habían incendiado, habían tenido peleas a puñetazos o habían amenazado a las personas. Los jóvenes violentos tenían historias médicas más graves y más extensas; habían sufrido más lesiones importantes al comienzo de su vida; habían sido víctimas de mayor abuso físico, y habían revelado más síntomas neurológicos, como momentos de desmayo y desvanecimiento (síntomas frecuentes de epilepsia). Por otra parte, tenían más síntomas psiquiátricos, como paranoia (una convicción obsesiva de que otras personas desean hacerles daño), ilusiones y alucinaciones. Identificando las causas médicas como los factores que contribuyen a la delincuencia puede ser posible tratar a algunos transgresores jóvenes con medicinas tales como anticonvulsionantes y antidepresores.
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